sábado, 19 de agosto de 2023

Agosto es diferente, si estás en la montaña. Este verano 2023 ha sido muy caluroso...

 Ayer viernes trabajamos sobre la plancha de gelatina, capa sobre capa para darle juego y fluidez a la imaginación.

Pues trabajar sobre ninguna idea predeterminada, son esos momentos sencillos hechos con amor que tienen grandeza.


Ayer mientras subía hacia la Nucia, en un contenedor estaba esta belleza, las hojas de Trinitaria o Buganvilla, dejan una imagen hermosa en la plancha de gelatina.

                                                                      ENCUENTROS

La grandeza  no está en nuestro exterior, vive dentro de nosotros si hemos aprendido a cultivar ese espacio.

Cuando tu vida interior es rica, intensa y gratificante todo eso irradia al exterior, tus palabras, gestos, actitudes, hablan de lo que hay dentro de ti.

Son cosas sencillas, nada extravagante, pero hechos con amor.

Me esmero profundamente en la preparación de los talleres, no importa que sean online o presenciales.

Y con este calor tengo que darme tregua para poder hacer.

El mar es medicinal y la lectura también.

Así que volví a un libro exquisito.

Cuando comencé a aprender  acuarela con mi maestro Palamary, me habló de un libro que quería le llevara cuando viniera a España.

 Los cuadernos de Rainer María Rilke.

 Quizá es Rilke uno de los escritores más profundos que he leído.

 En su obra “Los apuntes de Malte Laurids Brigge”, escrito profundo que se debería leer por lo menos una vez, pone en claro su pensamiento, su sentir, ese que luchó incansablemente y sometió su existencia entera a su vocación muy por encima tal vez de su propio sentir.

 “…Creo que debería empezar a trabajar un poco, ahora que aprendo a ver. Tengo 28 años, y, por decirlo así, no me ha sucedido nada. Rectifiquemos: he escrito un estudio sobre Carpaccio, que es malo, un drama titulado Matrimonio que quiere demostrar una tesis falsa por medios equívocos, y versos. Sí, pero ¡ los versos significan tan poco cuando se han escrito joven! Se debería esperar y saquear toda una vida, a ser posible una larga vida, y después, por fin, más tarde, quizá se sabrían escribir las diez líneas que serían buenas. Pues los versos no son, como creen algunos, sentimientos (se tienen siempre demasiado pronto), son experiencias. Para escribir un solo verso es necesario haber visto muchas ciudades, hombres y cosas; hace falta conocer a los animales, hay que sentir como vuelan los pájaros y saber que movimiento hacen las florecitas al abrirse por la mañana. 

Hoy llegarán dos chicas de Barcelona para trabajar juntas.

Un fin de semana largo.

Con la plancha de gelatina, hay tanto que aprender y tantas posibilidades en ella, que a veces hay que extender el tiempo.